lunes, 8 de enero de 2018

estamos muriendo mal | Joan Carles Trallero


entrevista a Joan Carles Trallero, médico, especialista en cuidados paliativos y acompañamiento espiritual.

-¿A qué se dedica?
-A hacer más llevadero a otros seres humanos el camino hacia su destino final.
-Enfermos terminales.
-Intento paliar su sufrimiento, ayudo a bien morir.
-Se llama cuidados paliativos, ¿no?
-Una especialidad en la que deberían ser mínimamente formados todos los médicos.
-¿No lo están?
-Nos forman para evitar la muerte..., ¡siendo inevitable que todos moriremos!
-¿La medicina no acepta la muerte?
-Nadie. Y estamos muriendo mal, no morimos bien, morimos amargados. Deberíamos morir felices, integrar la muerte, vivirla bien: hasta el último segundo, todo es vida.


-La medicina la alarga: eso está bien.
-Si es sin intervenciones desproporcionadas, sin encarnizamiento terapéutico.
-¿Y dónde está el límite?
-Paliemos el dolor físico hasta donde sea posible. Pero queda el dolor espiritual...
-Qué raro oír hablar así a un médico.
-Morimos sufriendo por un sufrimiento relacional, social, íntimo..., por incomunicación.
-Explíquemelo.
-El paciente terminal siempre se pregunta: “¿Y ahora qué?”. Y si no puede paliar este desasosiego interior se sentirá muy solo, sufrirá... y por eso tendrá una mala muerte.
-¿Y cómo se palia ese sufrimiento?
-Con diálogo, con buena comunicación con los médicos y con los familiares.
-“Vas a morir”: ¿se lo dice así?
-El paciente tiene a derecho a saber, pero también a no saber, si prefiere no saber.
-¿Qué debe hacer el buen médico, pues?
-No mentir, pero dosificar la verdad para ayudar a que sea asumida.
-¿Dar plazos?
-Sin sentenciar, dar horquillas amplias de tiempo probable.
-Todos tenemos tanto miedo a morir...
-Normal. Pero hay que atravesar ese miedo: lo peor de morir no es morir, es morir mal.
-¿Y qué es morir mal?
-Darte cuenta demasiado tarde de que te mueres... y de que ya no tienes tiempo para prepararte. ¡Así perdemos todos!
-Mejor morir sin darme cuenta...
-Eso no es bien morir.
-¿Qué es bien morir?
-Sin sufrimiento innecesario, y pudiendo cerrar mi ciclo vital.
-¿Cómo se cierra bien una vida?
-Suelto lastre, hasta que el globo se eleva. Sé que muero y me siento acompañado por el amor de los que amo: puedo preguntar al médico, puedo hablar con los míos, comparto miedos y confidencias, digo lo que tengo pendiente y necesito decir..., ¡y lloro! ¡Y río!
-Ante la muerte... ¿ríe?
-Lo he visto en habitaciones de terminales: ¡todos riendo! El humor libera, ¡gran aliado! Y el amor, el amor ¡es la medicina máxima!
-A un niño que va a morir ¿conviene decírselo?
-Sí, porque el niño ya lo intuye, y vive un presente sin prejuicios: lo integra todo muchísimo mejor de lo que suponemos los adultos.
-¿Y también le decimos a un niño que su madre está muriéndose?
-Sí, con todo el tacto necesario, pues ocultárselo sería incitarle a que imagine cosas aún peores que la propia muerte, y a sentir que le hemos hurtado algo decisivo para su vida.
-Solemos apartar a los niños del familiar que muere, del abuelo que se ha muerto...
-Pregúntale siempre al niño si quiere ir al tanatorio, al funeral... ¿Tienes derecho tú a robarle la ocasión de despedirse? ¿Vas a cargar con esa carencia para el resto de su vida?
-Me parece muy importante lo que está diciendo aquí, doctor.
-Todos tenemos emociones y lo más saludable es expresarlas sin tantos pudores. “No llores”, decimos al que llora, ¡en vez de darle un pañuelo, abrazarle, acompañarle!
-Quiero morir bien: aconséjeme.
-Firma un documento de voluntades anticipadas: detalla qué no quieres que la medicina te haga y qué sí, y designa quién te representará cuando tú ya no puedas decidir. Y una vez hecho esto, corre a comentar con familiares y amigos todo lo que has decidido.
-¿Ahora? Aún no tengo previsto morir.
¡Ahora, ahora! Es la clave: piensa en esto ahora, reflexiona, anticípate, habla, comunícate, y reconcíliate con esos cabos sueltos que tienes... ¡Y vivirás mejor, ya verás! Ah, y prepárate para lo más duro: dejarte ayudar.
-Sí, eso a mí me costará... ¿La morfina me ayudará en el trance final?
-La morfina es un analgésico poderoso: si la dosis necesaria para calmar un dolor es alta, tiene efectos sedativos. Si es muy alta, puede acelerar el final, sin ser es ese el objetivo.
-¿Eutanasia?
-No hay una buena muerte sin aceptación. Es inexplicable fisiológicamente, pero he visto a personas con enormes dosis de morfina... ¡seguir vivas, sufriendo, aferradas a algo!
-¿Y cuál es su hipótesis, doctor?
-Que no pueden desprenderse de esta vida si queda algo pendiente. Llega un hijo o cierta persona, y sólo entonces se dan el permiso de morir. También he asistido a bonitos casamientos en estos momentos... Y ya sin lastres, el globo de la vida se eleva en paz.


entrevista de en La Contra de La Vanguardia
foto: Inma Sainz de Baranda

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